El domingo (4/10) hemos vivido el primer debate presidencial (institucionalizado) de la historia de nuestra democracia, un gran paso sin duda, pero no como muchos esperaban.
Hay importantes elementos a tener en cuenta: el primero es que el debate fue sumamente condicionado por los grupos de asesores de casi todos los candidatos, menos el de Margarita Stolbizer, que no se negó a contestar las preguntas que le hicieran los periodistas.
Por otro lado, el candidato del oficialismo, Daniel Scioli fue el gran ausente de la noche, no sólo su silencio se hizo oír sino que también la imagen del atril vacío quedará en el recuerdo de todos nosotros como la de Carlos Menem, una muy desafortunada comparación y coincidencia.
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Cuando el periodista, Luis Novaresio, realizó varias preguntas hacia los candidatos, casi ninguno las respondió, era cuestión de jugársela y decir nombres que integrarían el gabinete del que saliera electo, pero parece que a muchos no los gustó la idea.
Si comparamos el debate presidencial de la Argentina con el de países que hace años vienen realizándolos, nos sentiremos en una especie de nebulosa ya que podemos darnos cuenta, a cuántos años luz estamos de poseer una democracia madura, con una sociedad a la que realmente le interese saber quiénes son los que quieren gobernar y sobre todo, y creo yo, lo más importante, una Nación que obligue a debatir a todos y les exija a la hora de mostrar sus propuestas.
Al pensar que Scioli no tendrá un gran impacto negativo en su electorado (kirchnerista, básicamente), nos damos cuenta todos los casilleros que nos faltan avanzar para mejorar las instituciones y con ello, nuestra democracia, una democracia que se vio afectada por varios gobiernos de turno, donde sólo importa acumular poder e impunidad.
Scioli fue el gran perjudicado de la noche, no en términos de resultados electorales (más allá de que perdió el poco electorado independiente que podía llegar a tener para ganar en primera vuelta), sino en términos democráticos. Un candidato que no debate, no es un candidato que merezca gobernar, pero como eso sucede en un lugar muy lejano al nuestro, posiblemente esté cerca de la meta, aunque dudo mucho que salga invicto.
Estamos padeciendo consecuencias que acarreamos desde hace décadas, mientras festejábamos el regreso de la democracia por aquel año ´83, no seríamos conscientes, de que el camino sería, en realidad, más largo aún.
Lo que no nos dejó el debate presidencial fue una democracia más fortalecida, una democracia que se base en la calidad institucional pero lo más contundente que sí nos dejó, fue la visión de una democracia, que luego de 32 años, aún se encuentra en terapia intensiva porque los costos políticos no han llegado todavía.
Excelente!
ResponderBorrarComo siempre digo, somos muy inmaduros cívicamente hablando.
Y nos falta muchísimo para superar esa eterna pubertad ciudadana que nos aterra enfrentar, hablando en general...
Muchas gracias por tu comentario, lamentablemente hasta que no cambiemos como sociedad, seguirán gobernando los mismos corruptos.
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