La Argentina hoy atraviesa dos grandes problemáticas que van en aumento: la violencia social y la delincuencia.
Vemos como diariamente nos enfrentamos a situaciones de violencia entre diferentes ciudadanos, ya sea, en un colectivo, en el tren, en la calle, en cualquier institución pública, en una casa, en definitiva, en todos los ámbitos en los que nos movilizamos.
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La sociedad está cansada de soportar estas situaciones que muchas veces terminan en lamentos, una sociedad azotada por la desidia, por la falta de protección, por la incertidumbre, por el miedo a salir a las calles.
Podríamos relacionarlo perfectamente a la inseguridad, ya que hoy nos matan por un celular o un par de zapatillas. Observamos claramente el cansancio de los ciudadanos, mezclado con la delincuencia y la inoperancia de la dirigencia política para resolver este flagelo. Piden a gritos que se los escuche, piden a gritos que actúen rápidamente, piden a gritos seguridad para sus vidas.
En los últimos meses vemos el incremento de situaciones donde mueren todos los días personas por recibir disparos a quemarropa o balas perdidas en enfrentamientos que terminan con la vida de alguien.
Vemos insultos en las calles, reclamos, peleas, vemos hasta cómo le roban al de al lado y nos preguntamos si seremos víctimas también en ese momento o podremos escapar. Vemos cómo se manejan los delincuentes por los mismos lugares, pero vemos también la complicidad de muchos funcionarios.
Los argentinos temen por las vidas de sus seres queridos y por la de ellos mismos, temen por no saber qué hacer y cómo protegerse.
La educación es la principal virtud de los pueblos pero hoy no es suficiente, ya que cuando toda una sociedad teme por su vida, las acciones deben ser inmediatas, al corto plazo. Garantizar la seguridad de todos es la función principal de este gobierno, este gobierno que se preocupa y da discursos académicos pero no da soluciones contundentes a los ciudadanos y hasta muchas veces niega el problema.
¿Hasta cuándo vamos a seguir lamentando víctimas? ¿Hasta cuándo permitiremos que esto siga sucediendo? ¿Cómo hacer para que nos escuchen? ¿En qué clase de país nos transformaremos por este camino de la violencia y la delincuencia?
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