Después de que Cristina Kirchner terminara de jugar a las escondidas, en torno a su candidatura a senadora nacional por la Provincia de Buenos Aires, la batalla campal comenzó.
No es una elección más, se palpita como una presidencial, aunque será porque lo que suceda aquí marcará el arduo e intenso camino hacia el 2019.
Todos pueden perder mucho, más de lo que quisieran.
Por un lado, el Gobierno nacional apuntó alto a la hora de decidir, a nada más y nada menos, que a Esteban Bullrich, para pelear en la Cámara Alta. El “niño mimado” de Mauricio Macri: el Ministro de Educación, que aún no resolvió las paritarias nacionales con los docentes y los reclamos por parte de las universidades, que vienen creciendo y amenazan con no iniciar el segundo cuatrimestre en ninguna parte del país.
Cambiemos, inspirado en el “duranbarbismo”, marca tendencia en cuanto al marketing político. No paran de analizar las redes y el termómetro social para continuar la disputa con los docentes y no torcer su brazo. Una ficha importante que determinará dónde está el verdadero poder final.
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Bullrich tiene muchas deudas pendientes y es la clave para sintonizar el mapa electoral bonaerense. Polarizar es la esencia política y la bajada del gurú ecuatoriano.
Por otro lado, la frutilla del postre fue la candidatura de la expresidente, que colmada de causas judiciales, cambió su rol teatral y pasó del odio a la victimización, gran estrategia que le permitió ganar en 2011.
Sabe que en ésta se define su futuro, no el del kirchnerismo, que comenzó su degradación apenas Macri pisó la Casa Rosada. Sino pregúntenle a Florencio Randazzo, que no sólo se quedó con el sello del PJ, además, quedó aislado por su exjefa y la lluvia de críticas hacia el espacio en el permaneció hasta hace dos minutos.
Le quedó un mal recuerdo, luego de que echaran a romper en pedazos su sueño presidencial. Los rencores no se olvidan tan fácilmente y el amor dura, lo que dura un cargo, o al menos, su intento.
La abogada, rodeada de los que quedan por inmolarse por amor a su figura o a la billetera, apela a ganar en la tercera sección electoral, el caudal de votos fielmente “cristinista”.
Las equivocaciones del Gobierno serán sus oportunidades.
Mientras, Cristina apuesta al futuro hablando sobre el pasado, la gobernadora Vidal (a quien verdaderamente se enfrentará) analiza: “con ese pasado, no podemos tener futuro”.
Parece que invocar al tiempo, a las emociones y nuevamente, a la campaña del miedo, convertirán a estos comicios, en una nueva versión 2015.
Pero el verdadero desafío lo tendrá el conductor de la “ancha avenida del medio”, Sergio Massa, quien puede transformarse en uno de los polos, que enfrente a la hotelera.
El diputado nacional, colaborador con Cambiemos en la Cámara Baja hasta último momento, se enfrenta a una doble jugada: cuestionar las erradas medidas del Gobierno y despegarse de los casos de corrupción que rodean a sus excompañeros de partido, mientras era funcionario. No será una tarea elegante pero deberá reunir los votos “antipasado” y conquistar “los desilusionados del presente”.
La madre de todas las batallas, como se suele decir, marcará la agenda y medirá el nivel de polarización o no. La radiografía le permitirá a Macri seguir dando marcha atrás con sus errores o profundizar los ajustes y por su lado, a Cristina la salvarán los fueros en tal caso de que la Justicia algún día despierte de su larga siesta.
Sabe que si sale segunda, será una derrota encubierta, la vara es mucho más alta de lo que parece.
Los tiempos, como les gusta invocar a los políticos, corren a la velocidad de la luz y lo que se pone en jaque en estos comicios no sólo son protecciones legales, gobernabilidad o romper con la división social, sino mostrar cómo una vez más, la utopía de la política, que se remonta hasta antes de Cristo sigue más viva que nunca. Los griegos comenzaron un camino de análisis que parece no mutar, al menos en este país.
Y LA GENTE SIGUE APOSTANDO A LO VIEJO, A LOS CORRUPTOS Y A LOS CAPITALISTAS SALVAJES. MIENTRAS ALGUNOS SEGUIREMOS INSISTIENDO EN CREAR NUEVAS ALTERNATIVAS DE IZQUIERDA DEMOCRÁTICA, AUN SIN EL APOYO POPULAR, PERO SIN BAJAR BANDERAS
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