Se acerca el final, un final nada prometedor para la Jefa de Estado que viene transitando la agonía de abandonar el poder o que el poder la abandone a ella.
No es una transición más, claro que no, para Cristina Fernández, es lo peor que le podía pasar, pero como dice la frase ‘nada es para siempre’. El poder algún día termina.
Son días donde no puede imaginarse fuera de la presidencia, es impensable para una persona que vivió décadas, o prácticamente toda su vida, de función pública, pasar a estar detrás de bambalinas y dejar de ser la protagonista de una historia donde se creía ser el Estado mismo. Algo muy grave por cierto.
Los 12 años de kirchnerismo van llegando a su fin, ¿habrá un final abierto o cerrado?, cerrado sin duda. Ahora comienza otra etapa, una nueva etapa donde la protagonista es la sociedad, no ella.
El egocentrismo, la tiranía y la prepotencia fueron sus armas durante todo este tiempo y hasta el último minuto será así.
Rodeada de valijas, asesores y más de 100 custodios, se va acercando al 10 de diciembre. Cualquier decisión que perjudique al nuevo gobierno, no evitará su partida, lo sabe pero no lo quiere aceptar.
La escena parece trágica, los retos y gritos hacia los pocos gobernadores fieles que le quedaron, buscarán su mejor huída, su escapatoria para redoblar la apuesta a futuro, para ver quién será el líder del peronismo.
La transición no fue magia, cuando se acaba el poder, la paciencia termina y cada uno se salvará como pueda.
Cristina aún no entendió cómo funciona la cosa, desde el día 1 que deje el mando, sus aliados ya no serán aliados, sus seguidores dejarán de serlo. Dime cuánto poder tienes y te diré cuántos se vuelven ‘fieles’ (transitoriamente).
Llega el capítulo cúlmine, la retirada, el momento para la presidenta saliente. Debe entregar el mando, la caja y la lapicera, el final menos pensado pero inminente porque así la Constitución lo demanda.
No serán días fáciles, el próximo presidente, Mauricio Macri, tendrá que lidiar con un capricho diario, al menos una semana más.
Ya nada será igual, la abogada exitosa parte hacia un destino incierto para ella y para todos, un destino que nunca hubiese elegido, un destino que la perturba y en cada decreto se puede observar.
Los finales son finales, para bien o para mal, pero este final, será el peor de todos para ella: su partida.
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