Ayer no sólo se festejó un aniversario más del 25 de mayo, sino que también se cumplieron 11 años de gobierno kirchnerista.
Se ha hecho mucho en estos años pero lo que verdaderamente muestra la realidad de un país son los resultados observables a simple vista, en la calle misma, en un supermercado, en el ámbito de trabajo, o en las oportunidades perdidas por este gobierno para crecer no sólo en el mercado interno sino también en la competitividad e inserción en el mercado internacional.
Hoy nos encontramos con sueños incumplidos, hoy nos encontramos con las manos vacías, con las esperanzas desgastadas y con un cansancio de observar siempre el mismo rumbo.
Comenzamos a transitar caminos inciertos, palabras que se deshicieron en el aire, una catarata de mentiras, un país atravesado por la corrupción en su máxima expresión.
Un país con altos índices de delincuencia, de inflación, sueldos licuados, trabajos tercerizados, un vaciamiento en las reservas del Banco Central, una educación en decadencia, aumento de la pobreza, una salud pública que deja mucho que desear en muchas provincias, sobre todo en Buenos Aires y en el norte del país, poblaciones que sufren la falta de agua corriente, cloacas, luz, lo esencial para vivir, o mejor dicho, lo esencial para subsistir. Un delincuente como vicepresidente (entre otros), jueces y fiscales comprados, muchas vidas perdidas en trenes que dan pena, viajando como ganado en lugar de como seres humanos y un torturador de la última dictadura militar al frente del ejército, banderas de los derechos humanos inexistentes en la praxis.
Una devaluación de nuestro peso argentino que provocó grandes problemas en la economía del hogar.
Pueblos originarios como los Qom, que fueron abandonados, reprimidos y hasta asesinados por los gobiernos provinciales del kirchnerismo, pactos como los de Chevron donde nos veremos inmersos en la contaminación y el robo de nuestros propios recursos en manos de multinacionales causando enfermedades congénitas y malformaciones.
Tasas altas de desempleo y la ausencia de nuevos puestos de trabajo, sumado a los despidos en varias industrias.
No olvidemos la pésima negociación con Repsol, por la expropiación de YPF, dejando una gran deuda para las próximas generaciones, no nos olvidemos tampoco del Club de París donde nuestro “flamante” ministro de economía dio lástima en su última reunión y la retomará este miércoles contrayendo más deudas de las existentes para poder pactar y llegar a un acuerdo.
Así nos encontramos hoy, así padecemos hoy el costo de cometer siempre los mismos errores, estas son las consecuencias de gobiernos corruptos que priorizan los intereses personales y el poder.
Estos son los resultados de su supuesta “década ganada”.
La corrupción mata, sí, pero también el poder enferma.
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