Cuando la derrota es inminente, el factor sorpresa desaparece por completo. Eso sucedió el 22 de noviembre cuando Daniel Scioli, el candidato oficialista, salía a reconocer a Mauricio Macri como el nuevo presidente electo de todos los argentinos para los próximos 4 años.
El Frente para la Victoria fue el último en enterarse de que perdería las elecciones, mientras las muestras de fanatismo y los egocentrismos se iban incrementando, el adiós no era esperado por ellos, pero sí para muchos otros que pedían el fin del kirchnerismo a gritos.
Desde el minuto uno de haberse enterado que su candidato no continuaría ‘su gestión’, la Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, se volvió la principal opositora al futuro gobierno de Macri, que aún no asumió.
Cristina no es buena para las despedidas, nunca lo fue, menos ahora que será la primera vez que le dice ‘adiós’ al poder o quizás, un ‘hasta luego’.
Su destino es incierto y entre tantas contradicciones y nostalgias, la mudanza llega a su etapa cúlmine.
Desde el 22 de noviembre, o tal vez antes, lucha contra ella misma. Lucha contra la difícil transición. No se imagina la presidencia sin ella o ella sin la presidencia. Su amor hacia el poder la cegó tanto que pasa, cada tanto, del llanto del adiós hacia la alegría de jugar su principal papel, el de opositora a un gobierno que aún ni asumió.
Las partidas son dolorosas, sobre todo, cuando se acostumbran a la perpetuidad en la gestión pública. La doctora nunca conoció ni sabrá lo que es trabajar en el sector privado, salvo en Hotesur, ese sí lo conoce muy bien.
El adiós es inminente, sólo es cuestión de unos días. Mientras ella sigue nombrando a centenares de funcionarios en el Estado, mientras por decreto sigue endeudando al próximo presidente y mientras se aprueba una catarata de proyectos en el Congreso de la Nación, lo inevitable no puede volverse evitable: el kirchnerismo llega a su fin, al menos en la presidencia.
Crónica de un adiós anunciado es lo que hoy representa el Frente para la Victoria porque cuando el poder se termina, la lealtad se va con él.
Excelente, como es costumbre Caro.
ResponderBorrarSólo podría llegar a objetar el "doctora" cuando no es oficial su paso por la carrera de abogacía en la UNLP, pero... nada serio.
Inmejorable el remate:
"Crónica de un adiós anunciado es lo que hoy representa el Frente para la Victoria porque cuando el poder se termina, la lealtad se va con él."
Impecable!
Muchas gracias por tu devolución! Sí, cuando se termina el poder, se acaba la lealtad, ya lo veremos dentro de poco.
BorrarSaludos, gracias nuevamente!