A pesar de nuestros 32 jóvenes años de democracia, ¿qué hemos aprendido?, ¿hemos aprendido a perderla poco a poco o a defenderla de una vez y para siempre?
Quise esperar para sentarme a escribir sobre las elecciones en Tucumán, nunca viene mal esperar cuando los destinos no son claros y la realidad es una incertidumbre permanente.
Pasaron muchas elecciones en lo que va del año, muchos ya eligieron a sus autoridades provinciales pero Tucumán no sería una elección más, una provincia cooptada por la corrupción, el clientelismo, la represión y el silencio de voces, que ya nada esperaron para hacerse escuchar.
Semanas de lucha pueden derribar una mentira, lo que parecía evidente dejaría de serlo y el pueblo tucumano, daría la lección de su vida al resto del país.
Urnas quemadas, bolsones de mercadería, robo de boletas, presiones sobre los votantes, manejo de voluntades, manipulación, en definitiva, violencia hacia un sistema que no permite la libre participación ciudadana, una democracia disminuida, débil y acallada por la fuerza del Estado provincial.
Pero siempre, todo, absolutamente todo, llega a su fin y ni una voz más pudo ser silenciada.
La decisión de Tucumán fue tomada, el pueblo dijo basta a los atropellos de los Alperovich, basta al Gobierno Nacional y basta, al que tergiversa los índices de pobreza para taparla, aquel infeliz, que pretende ser hoy el Gobernador de una de las provincias más pobres del país, la persona que más se ha enriquecido durante el kirchnerismo y dista de sentirse orgulloso por haber sido el Ministro de Salud de Cristina Fernández, Juan Manzur, tipo siniestro si los hay.
Todavía no sabemos cuáles serán los resultados finales, pero sí estamos seguros de algo, este Gobierno provincial lejos estará de ser legítimo. Toda la oposición pidió a gritos que se vuelva a realizar el sufragio y sí de fraude y trampa se trata, el oficialismo se especializa en ello.
Mucho se habló del sistema electoral y de las boletas por partido pero, no es el sistema el problema, el problema es mucho más complejo aún.
Cuando hablamos de Argentina, las cuestiones se profundizan porque hemos vivido muchísimos años bajo una forma de Gobierno que se cree impune a todo tipo de delito, a toda ambición posible y por supuesto, a toda forma de mantenerse en el poder.
Desde 2001 la realidad ha cambiado, si bien es cierto que poseemos un sistema que se presta a la precariedad y el fraude, nos olvidamos que ese mismo sistema es manejado por un entramado de corrupción.
La manipulación está a la orden del día, cambiar el sistema electoral, no hace transparente una elección porque tanto el clientelismo como los aprietes, continuarán en juego.
Más allá de una discusión metodológica si se quiere, la cuestión central aquí, es la concepción que tenemos sobre democracia y derechos civiles, la idea que tenemos sobre sufragio y representación.
Tucumán ha demostrado de forma eficiente lo que significa un sistema democrático y lo ha manifestado, pero estamos a años luz de ser lo que verdaderamente queremos ser, es una ineficiencia que padecemos como sociedad, traspasa una elección o un sistema electoral, es la deuda pendiente que nos quedará.
Las contradicciones son muchas pero la existencia de una débil democracia ha demostrado que no hemos madurado, que el entramado de un gobierno corrupto pudo más.
La democracia de un país es mucho más que una decisión política y social, es una lucha diaria que hay que ganar.
Excelente. Sin desperdicio...
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